Confesiones de Sofá

Según una vieja anécdota, un día conversando con la poeta Farah Hallal sobre la moda de los asesores de todo tipo,  Farah sugirió que  había que inventarse un «couch  literario» y le respondí: pero Farah, «couch» es sofá en inglés, querrás decir un «coach literario» y agrega ella: bueno, un coach, un sofá o lo que sea! 🙂 y ambas reímos. Desde ese día Farah es mi sofá y yo soy el suyo.

 

Confesiones de Sofá

Siento oportuno convidar a alguien más al brindis por nuestro talento

Tenemos de sobra para embriagarnos

La misión de un escritor es ordenar el caos de los pensamientos

Convertirlos en frases y tomarlos de la mano como niños que se llevan a jugar al jardín de los lectores indiferentes

 

Te veo roja y de terciopelo

Te veo en negro con ánima de monja que se retiró del convento

Con alma de madre que desengrasa los sartenes con arañazos de un deseo flaco de tanta hambre

Te guardo en una esquina para mis momentos

Estás, como yo

A la disposición de una sentada

Y lees lo que no se lee cuando revisas

Y haces de nuestro oficio un remover malezas

Somos jardineras que jalonean grama de los alrededores de los columpios

Y recortamos los árboles del verso hasta que parezcan redondos como en los parques

Y luego… después del luego

Les pegamos las hojas de vuelta para divertirnos

Construyendo un artificio que nos plazca

y llenamos el aire con momentos literarios

y te sientas a mi lado 

y creo

y me siento a tu lado e intercambiamos lugares

mantenemos en suspenso lo inconcluso

hasta que la otra parpadee y ponga un punto final con su mirada

y de cierta forma nos medio hacemos

nos envolvemos en comentarios

nos diamantamos la punta del lapiz

y asumimos la posición de estar listas para el mundo

y luego

otra vez después del luego

empujamos el sofá en la esquina donde esperará

hasta la próxima lectura.