Una huella sensorial es algo que nos trae víviadamente al presente un recuerdo que se encontraba pereciendo en algún lugar oculto de nuestra memoria. Un perfume que nos recuerda una persona, un roce delicado que trae al presente imágenes, un sabor particular, el sonido de algún instrumento, una textura, un color… todos estos son ejemplos de marcas que permiten que sintamos aprecio o repulsión por un evento particular.
El estímulo a veces es tan sutil que no podemos percibir que se está creando la huella, pero sin duda en algún momento de nuestra existencia, al revivirla, podremos descubrir hasta qué punto fuimos tocados. Este proceso es tan complejo y su impacto tan fuerte que ha sido objeto de estudio de las ciencias del marketing, y ya hoy en día se habla del «registro de sonidos», hoteles que «huelen» igual en cualquier parte del mundo, y formas de crear en el consumidor una sensación completa, que ayude a la mente a evocar las mejores impresiones posibles.
La literatura que para muchos es simplemente papel y tinta es una generadora poderosa de huellas sensoriales. Quién no asocia el sonido del campanario de una iglesia con «El Jorobado de Notre Dame»?. Pero en este aspecto el autor tiene un reto mayor que en otros escenarios pues estas huellas sensoriales, a diferencia del olor a vainilla de la crema de manos de una mujer que te guste y que efectivamente has podido percibir , o el timbre de voz de una persona particular que has escuchado, en los libros las experiencias pertenecen al campo de la imaginación del lector que crea con la descripción del escritor su propia interpretación sensorial.
En «El Perfume» de Suskind, estoy segura que todo el mundo hubiera querido saber a ciencia cierta qué olor tenía el perfume que Grenouille creó, o a qué sabía el pastel de bodas que preparó Tita en «Como Agua para Chocolate» por citar sólo unos ejemplos. Y es que recrear en palabras un olor, un sabor, la sensación que produce tocar un objeto es una cualidad reservada para los talentos especiales. Las experiencias sensoriales son sumamente importantes en nuestras vidas pues en cierta forma afectan nuestra consciencia y moldean nuestro carácter.
Por supuesto hay experiencias sensoriales más universales y fáciles de trabajar como la famosa: «A» roja utilizada para marcar a la mujer adúltera de «La Letra Escarlata«, sin embargo incluso este símbolo tan definido permite espacio para algunas interrogantes sutiles: que intensidad de rojo?, La «A» era una letra de bella caligrafia o rústica?
Adicional al contenido literario, también de manera externa los libros nos ofrecen sensaciones especiales pues hoy en día existen ediciones particulares, que convierten en un deleite hojear delicadas páginas satinadas, o percibir aromas especialmente cuentos orientados a niños y un público joven, en las cuales las páginas han sido impregnadas con un olor particular. Curiosamente en un estudio realizado por CAFEESCRIBE el 43% de estudiantes universitarios identifican como el olor, lo que más aman de un libro y esto ha provocado que los vendedores de E-books estén regalando a sus consumidores stickers para laptops que tienen impregnado el olor a «libro viejo».
Sin duda los libros nos ofrecen experiencias en todos los sentidos. Como dijo Javier Santillán, creador del sello Gadir, «hay libros que huelen bien, son gratos al tacto, a la vista y casi hasta al paladar». No me estrañaría que pronto los libros de cocina nos permitan degustar… espero que eso pase pronto!… Muy pronto. Hummmm yummie.