En una mano la pluma y en la otra… el trago!

En una mano la pluma y en la otra… el trago!

Hoy, estuve paseando en la tarde por la Librería Cuesta buscando algo que fuera inspirador y novedoso para leer. Recorrí la librería tratando de encontrar por algún tipo de atracción corporal que me atara algún libro a las manos que no pudiera soltar hasta llevarlo a la caja registradora; rechacé varios ejemplares modernos de literatura dramática, conspiré un poco buscando en el área de bellas artes y de repente tropecé con algo que ciertamente puso una sonrisa en mis labios: «El Barman. Cócteles. El Arte de los Combinados». 384 páginas ilustradas de alta calidad que recorrían el mundo etílico con delicadeza y buen gusto. Ya me imaginaba preparando algún martini, a lo James Bond, para compartirlo, o convocar a una de las famosas noches de «Margaritas with the girlz».

Como es bien conocido grandes obras literarias han sido la manifestación de emociones violentas y arrolladoras que los más grandes escritores han podido hilvanar gracias a su absoluta lucidez y foco. Sin embargo, también es sabido que la musa etílica ha tocado muchas plumas a lo largo de la historia de la literatura.

Buen ejemplo de ello son Juan Carlos Onetti y Juan Rulfo, dos narradores imprescindibles en la literatura hispanoamericana, dos narradores en los que se mezclan por igual la tinta y la bebida”. (http://www.onetti.net/es/descripciones/tkaczek)

De Juan Rulfo, célebre escritor de “Pedro Páramo” se cuenta que sus borracheras rayaban en la adicción y en ocasiones llegó a amanecer desnudo en la calle porque le robaban sus ropas fruto de las borracheras.

Otro narrador que amaba los tragos era el artífice de “Moby Dick” y premio Nóbel de Literatura, Ernest Hemingway, a quien se atribuye el nacimiento del Mojito y del “Daiquirí a Lo Papa”. (http://www.montevideo.com.uy/notgastronomia_48539_1.html) “El famoso Bloody Mary, tan renombrado en la actualidad, fue preparado exclusivamente para él. Este trago que combina vodka con jugo de tomate fue creado en un bar de París para contentar a Hemingway. Según se cuenta, la idea surgió porque a Mary, cuarta mujer de Hemingway, no le caía en gracia que el gran escritor ande bebiendo por los bares”. (http://www.vinosybebidas.com/cocteleria/tragos-y-escritores-bloody-mary) y ya ven lo que pasó!.

Para estos bohemios empedernidos que llevaban una vida disoluta y abordaban temas prohibidos, se acuñó un término: “Los Malditos” (Les maudits).

Antes que llamara y la carne me abriese

Cuando de pronto los cerrojos del crepúsculo…

De los suspiros algo nace…

Desde la primavera fiebre del amor a su infortunio…

Donde una vez las aguas de tu rostro…

En mi oficio o mi arte sombrío…

Este pan que yo parto fue alguna vez avena…

Mi mundo es pirámide

Nuestros sueños de Eunuco, sin semillas en la luz…

Plegaria

Prólogo

Quién eres tú

Si me hiciera cosquillas el roce del amor…

Un cambio en los climas del corazón…

Veo a los muchachos del verano en su ruina…

Y la muerte perderá su dominio…

Dylan Thomas

Podrían imaginar que este excelso texto fue escrito por Dylan Thomas, uno de los “malditos británicos” más famosos y bebedor impenitente.  “Me he tomado dieciocho whiskys. Creo que ése es el record”– exclamó el galés Dylan Thomas (Swansea, 1914-1953).

Es importante destacar que según datos de la Universidad de Chile, en el estudio: “Alcohol y literatura: Las Musas Sedientas”: “la mayor influencia que el alcohol tendrá en la literatura, no será principalmente en Europa, ya que ahí nunca se llegará a dar de la forma como lo hizo en los Estados Unidos, país al cual los propios europeos se referían como la “República Alcohólica.”, Como muestra, un botón: de sus 7 premios Nóbel, 5 de ellos eran alcohólicos (Sinclair Lewis, Eugene O’neill, Wiliam Faulkner, Ernest Hemingway y John Steinbeck) Otros autores, sin embargo, continuaron demostrando el hecho de que, aparentemente, el alcoholismo era la enfermedad de los escritores americanos; entre ellos conocidos escritores como: Jack London, F. S. Fitzgerald, Hart Crane, Thomas Wolfe, Dashiell Hammett, Djuna Barnes, Tennessee Williams,  Carson McCullers, John Cheever, Truman Capote, Raymond Carver, Robert Lowell, etc.. La mayoría de ellos siempre creyendo, sinceramente, que la forma correcta de acercarse a las “musas” era bebiendo constantemente.”

Ya decía Manuel Machado: “Vino, sentimiento, guitarra y poesía/ hacen los cantares de la patria mía”, verso inicial del poema Cantares.

Al parecer los profesionales de la literatura también han sido profesionales bebedores: Charles Bukowski, William Shakespeare, Arthur Rimbaud y Edgar Allan Poe, por mencionar otros más a la lista.

Me gusta lo que escribió Eduardo Zeind Palafox : “Los escritores no leen, se beben las palabras, se hidratan con ellas. Lo que bebemos conforma los flujos de nuestro cuerpo. Ralph Waldo Emerson, para empezar a transpirar (a redactar), se empinaba un poco de buen y añejo Platón, y Dante cataba las cosechas de Virgilio momentos antes de ponerse a sudar (a escribir).” (http://www.deliberacion.org/?p=1927)

Al parecer el Dios Baco y todos sus secuaces en algún momento han desestresado a nuestros artistas y continúan haciéndolo en el presente en mayor o meno medida.

Para cerrar quiero dejarles este coctelito que se me ha ocurrido leyendo sobre el tema:

Un vino para catar

Cubitos de Musica para escuchar

1 medida de alguien en quien confiar y

1 rodaja de un buen libro para Leer

Y ustedes, qué nombre le pondrían a este cóctel? Mientras piensan me voy con mi libro a preparar un «Metropolitan«.

Salud!