Estuve buscando en mi pequeña biblioteca un libro cuyo tema principal fuera una causa feliz, que no tratara sobre dramas imposibles, ni derrotas calculadas para terminar en un final feliz que se parece más a un premio de consolación que al desenlace final merecido por el protagonista. Pues la verdad me di cuenta que en cuanto a la literatura se trata los temas tristes son mas frecuentes que los alegres, o para hablar con propiedad el «tópico literario universal» (tema literario por excelencia) persigue la felicidad pero exclusivamente a través de la ignorancia, pues el conocimiento en la literatura desemboca regularmente en el sufrimiento.
Creo que en el fondo a los lectores no sólo les gusta emocionarse con las historias de otros, sino que quizás también sufrir un poco con ellos.
Dice Emiliano Monge:
“En la literatura la felicidad es imposible cuando los personajes son libres”
Oh! pero que cruel pensamiento, si precisamente la libertad debería conducirnos al puente mágico que conecta con la alegría y el sentido de pertenencia y existencia con propósito.
Nos dice Carmen Posadas: «La mayoría de los muchos libros que, según ellos, nos ayudan a encontrar la felicidad hacen siempre una alusión admirativa y también agradecida a Thomas Jefferson. Como sin duda ustedes saben, él fue el responsable de que en la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos se incluyeran como derechos inalienables del ser humano “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Magnífica frase, sin duda, que debería ser la base de toda sociedad moderna; pero su última parte –“la búsqueda de la felicidad”– ha creado un malentendido que, a mi modo de ver, resulta negativo.».
Otro autor sostiene: «La democracia y la felicidad no producen gran literatura» Mario Vargas Llosa,
Y podría contar muchos otros escritores más que sostienen que sostienen ideas similares, algunos de forma explícita desdeñan la felicidad como tema literario que pueda producir algún texto de calidad y reservan este contenido solo para los libros de autoayuda, un tanto mal vistos en la alta sociedad de los grandes narradores.
Pero cuándo las páginas de nuestros libros se impregnaron de tanto dolor? si apenas en Siglo XVIII, durante la Ilustración, o el llamado siglo de la razón, la literatura perseguía decididamente las emociones nobles y la felicidad, de hecho muchos llamaron a este fenómeno «prerromanticismo» y sin embargo esta época dio vida a las grandes tragedias literarias. Cúando fue, entonces, la literatura se volvió triste?
Estuve investigando un poco el tema y he encontrado en internet este artículo que es una joya que debemos leer: «La Tristeza en la literatura europea de ayer y hoy»: http://albertoestrada.wordpress.com/2011/07/14/la-tristeza-en-la-literatura-europea-de-ayer-y-de-hoy-2/
De todo el texto comparto como dato curioso el significado onomatopéyico de la palabra “tristeza”:
tris: el sonido que hace el cristal al caer y romperse.
teza: cara, faz, tez.
Cuando estamos tristes se nos rompe la tez, se nos arruga la cara.»
Pienso que los escritores de hoy debemos cuidar nuestra afición por las fuertes emociones que producen los estados negativos del ser y preocuparnos por desarrollar la habilidad de transmitir cada vez más emociones positivas que contribuyan a crear mejores pensamientos en la gente y anhelos de una vida más bella.
Para finalizar, «La literatura está cargada de fatalidad y de tristeza. ¿Por qué? La vida no es siempre fea. Lo que pasa es que, en el fondo, la literatura es un conjuro contra la infelicidad y la desdicha. La gente quiere ser feliz. Pero la felicidad no hay que escribirla: hay que vivirla.» (Abelardo Castillo,http://licricardososa.wordpress.com/2010/02/08/abelardo-castillo-literatura-y-felicidad/)
Comparto con ustedes este libro escrito por el Dalai Lama: «El Arte de la Felicidad».
Sean felices y compártanlo! las páginas esperan ansiosas esta buena tinta…