Exhibicionismo Literario

Playa La Deseada, Barahona, R.D.
Playa La Deseada, Barahona, R.D.

Durante un largo tiempo pensé en crear mi  propio blog, quería que fuera perfecto, y por mucho tiempo no existió! (como todo lo perfecto).

Hace 5 años, siete meses, seis días, ocho horas, cuarenta minutos y sesenta y nueve segundos estuve en un lugar como invitada, era una casa encima de un árbol, desde la sala abierta y extendida sobre las copas de los árboles se podía ver el mar: La playa de “La Deseada” en Barahona. En este lugar mi excelente anfitrión me acomodó en una habitación singular, no por la habitación, sino por el baño: las paredes estaban hechas de cristal; el dueño de la propiedad me explicó que le encantaba ver el mar, sentirse en contacto TOTAL con la naturaleza,  yo (por supuesto) ¡no compartía su idea! El primer día de aquel fin de semana se convirtió a partir de ese momento en la planeación de la estrategia necesaria para poder utilizar este baño. Pensé esperar que anocheciera, pero era convertir la imponente vitrina en un lugar más obvio de lo que ya era, se me ocurrió buscar una hora en la madrugada en el que no hubiera nadie en la playa… Y después de varias horas con mi ropa apretada contra el pecho, parada frente a la bañera, simplemente decidí desnudarme. Diré que nunca me había bañado tan a prisa, creo que en total no duré dos minutos completos, para colmo el agua estaba exageradamente fría.

Todas las demás actividades en aquella casa eran fabulosas, la comida, la gente, los árboles que se abrazan, el río que cruza la propiedad… Pero apareció una segunda parte del drama: ¿realmente todos los dominicanos nos bañamos 2 ó mas veces al día? ¡Durante mis vacaciones allí decidí que una vez al día era más que suficiente!

El Segundo encuentro con el mundo a través del cristal no fue tan malo. No había ninguna persona, nadie miraba, solo mi pensamiento, yo haciéndome la observada por mí misma… Tengo suerte cuando vengo y me acompaño, a veces me hago mucha falta.

Los días pasaron y con ellos se fue desvaneciendo la vergüenza y  cantaba canciones completas (completamente desafinadas) mientras me enjabonaba y algunos lagartos se posaban sobre el vidrio y veía aves y las olas en sus vaivenes, y me gusto la sensación de estar yo, tal como soy sin coberturas. Y nuevamente hoy, 21 de abril de 2009, a las once horas, dos minutos y cincuenta segundos, me desnudo de nuevo ante una ventana digital con interfaz gráfica a través de a cual no podrán ver la desnudez de mi cuerpo, pero sí la de mis pensamientos, la desnudez del alma…