Oí sonar el intercom de la puerta. Miré por el balcón para ver si alguna silueta de sombra me parecía conocida antes de contestar… ya saben… ahora hay que estar «chivo» de todo…
– «Dejaron algo para usted aquí…» me dijo Chanel (el joven haitiano que cuida el edificio).
No sabía que ultimamente las sonrisas las entregaban por mensajería, pues este sobre manila muy abultado me sacó más de una… Y llegaba justo a tiempo para alegrar una semana que prometía terminar un poco pesada.
Al abrirlo pude observar la hermosa edición de la Revista: País Cultural, en donde salió publicado el cuento que escribí el año pasado: «La Ultima taza de té» y que recibió mención de honor en el concurso: «Ciudad del Ozama».
Felicito sinceramente a Basilio Belliard, Director de la Revista y a su equipo por tan hermosa publicación. No puedo esperar a degustar todo el sabor que guardan esas páginas de entrevistas, poesía, relatos y bellas imágenes.
Se sintió muy agradable ver bellamente impreso en papel satinado con hojas secas en una fotografía de fondo, aquel microrelato ganador, que contiene una historia que ahora que ha pasado el tiempo, al releerla me trae una sensación parecida a la de un padre que ve a su hijo adolescente y ya no le entiende nada.
Cuando la escribí me obsesionaban los finales, pero pensándolo bien… Como escribió hace un tiempo mi amiga Mercedes Cheheen en uno de sus poemas: «… las cosas no terminan, cambian.»